“El uso de los dedos y la boca en mi trabajo está lleno de intención y significado. Los dedos y la boca son órganos muy sensuales del cuerpo humano y, por tanto, muy potentes como elementos separados”.
Ronit Barangan nació en 1973, en Israel, y es Licenciada en Psicología y Literatura Hebrea por la Universidad de Haifa, y en Historia del Arte por la Universidad de Tel Aviv. Estudió en la Escuela de Arte de Bet-Berl y en el taller de Yael Shekedi – Silver & Gold School Artesanía, en Kfar-Saba, Israel.
Sus obras destacan por la atmósfera fantástica que logra cautivar a primera vista.
La exploración de la boca como órgano inspirador del arte surrealista, supera cualquier significado que se le pudiera atribuir. Los labios, lejos de ser la porción muscular más aclamada por los enamorados, son resignificados por Ronit como: la puerta que conecta al aparato digestivo con el “edén de las palabras” y se hace uno con el tacto.
La mayor parte de las obras de Ronit Barangan están hechas de barro y arcilla. También utiliza esmaltes, vidrio y calcomanías.
“Para inspirarme puedo utilizar cualquier cosa, suelo empezar a trabajar tras un impulso irresistible que me lleva a crear”.
El uso de los dedos en sus esculturas crea la sensación de anhelar una caricia; aspirar a sentir el roce de los dedos en la piel mientras ésta se riza.
Boca y dedos, la perfecta combinación en el erotismo artístico. La propuesta de Ronit se vale de la reutilización de los elementos cotidianos para plasmar su arte (tazones o platos) con la intención de provocar cualquier sentimiento que se conecte con el entorno y se recupere el “sentir”.
Barangan ha expuesto en Israel, Taiwan, Milán y Londres.
Vasijas y utensilios de cerámica son algunos de los menesteres que utiliza para materializar su fascinación por los dedos, la boca y otras partes del cuerpo humano.
En sus piezas ofrece valorar la satisfacción de lamer, besar y tocar. Manos que se multiplican y parecen suplicar delicadamente una caricia. El arte de Ronit se caracteriza por ser innovador, sensual, y puede que algo aterrador, al deliberar la idea del despojo de humanización.
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